Stanley Milgram, al cual nos referiremos en esta entrada, fue el autor de uno
de los más importantes experimentos sobre obediencia en el mundo entero.
Muy poquito después del fin del régimen nazi este profesor de Yale comenzó a
realizar sus experimentos. Estos estaban orientados a explicar porque el,
aproximadamente, millón de cómplices que tuvo el Holocausto hicieran lo que
hicieron simplemente siguiendo órdenes.
Milgram se refiere a su experimento con las siguientes palabras: "Los
aspectos legales y filosóficos de la obediencia son de enorme
importancia, pero dicen muy poco sobre cómo la mayoría de la gente se comporta
en situaciones concretas. Monté un simple experimento en la Universidad de Yale
para probar cuánto dolor infligiría un ciudadano corriente a otra persona
simplemente porque se lo pedían para un experimento científico. La férrea
autoridad se impuso a los fuertes imperativos morales de los sujetos
(participantes) de lastimar a otros y, con los gritos de las víctimas sonando
en los oídos de los sujetos (participantes), la autoridad subyugaba con mayor
frecuencia. La extrema buena voluntad de los adultos de aceptar casi cualquier
requerimiento ordenado por la autoridad constituye el principal descubrimiento
del estudio".
A través de cárteles colocados en paradas de autobuses de Florida se reclamaban
voluntarios para un experimento relacionado con el aprendizaje y la memoria,
por lo cual se pagaba 4 dólares más dietas. A dichos voluntarios se les
oculto que en realidad el experimento trataba sobre obediencia a la autoridad
(los voluntarios eran personas de 20 a 50 años sin más que especificar).
El experimento requirió de 3 personas. El experimentador (Milgram), el maestro
(el voluntario que leyó el anuncio) y el alumno (un cómplice del
experimentador, sin conocimiento de esto por parte del voluntario). Al empezar
el experimento se engaña al voluntario amañando un sorteo el cual siempre le
elegirá a él como maestro y al cómplice como alumno. A continuación el
experimentador sienta al alumno en una silla eléctrica detrás de un vidrio (para evitar que el maestro le vea con claridad), le pone unos
electrodos y comenta que las descargas que se van a proporcionar pueden
llegar a ser muy dolorosas pero no provocaran en ningún caso daños
irreversibles.
A los participantes se les comenta que todo será grabado por si en algún caso
se les ocurre negar lo ocurrido.
Al comenzar el experimento se requiere al maestro que le proporcione una
descarga dolorosa al alumno a modo de prueba. A continuación se le entrega
al maestro una lista de pares de palabras la cual debe leer en voz alta para
posteriormente decir una palabra y que el alumno la complete con el par
correspondiente hasta terminar la lista entera. La posición del alumno tiene
trampa, responderá mal a posta para obligar al maestro a proporcionarle
descargas que en realidad son falsas pero que se hace creer al maestro que son
verdaderas mediante una serie de grabaciones de una persona gritando de dolor que se activaran cada vez que este presione el botón que se supone que aplica la descarga (todo esto combinado con movimientos espasmódicos fingidos por el alumno para darle realismo).
Cada fallo conlleva que el maestro aumente la potencia de las descargas hasta
un máximo de 450 voltios. Si se llegara a 300 voltios se apagaría la grabación
simulando que el alumno está en coma. El experimento finalizaría si el maestro
se negara a continuar a pesar de que el experimentador le pida que continúe o
si aplicara 3 veces la descarga de 450 voltios.
Pues bien, aunque parezca increíble, ante la única instrucción
"amable" del experimentador de continuar dicha una sola vez (porque
si se negaba había que parar) y a pesar de los gritos de dolor del alumno o su
falta de respuestas ante tales descargas, el 100% de los maestros llegaron a
aplicar la descarga de 300 voltios antes de negarse a continuar y el
escalofriante 65% llegó a aplicar la mortal descarga de 450 voltios.
Lo curioso es que la clave esta en que el maestro cede su responsabilidad al experimentador y se deshace de todo tipo de moral, lo cual le permite continuar maltratando al alumno por que sí (solo por el hecho de que si pasase algo grave la culpa va para otro).
De esta manera y bajo el mismo proceso combinado con lo explicado en "La cárcel de Stanford" y muchos mas procesos psico-sociales se entiende qué factores son los que propiciaron (entre muchísimos otros, por supuesto) que un millón de cómplices asesinaran sin piedad en el Holocausto o los que propician (entre otros de nuevo) que hoy en día militares estadounidenses asesinen a sangre fría a mujeres y niños en poblados iraquíes con muchas técnicas para evitar la responsabilidad o aumentar el anonimato como lo explicado en la anterior entrada y en esta o simplemente bombardeando con aviones a gran altura mientras se observa a los objetivos por una pantalla como si se tratase de un juego.
Triste pero cierto, ahí fuera detrás de nuestras ventanas
hay campos de entrenamiento donde se forman maquinas de matar. Seres humanos
fríos que se limitan a aprender quien es el enemigo porque su comandante así lo
indica y a eliminarlo sin rastro de sentimientos. Si en algún momento te
preguntaste el porque los soldados son rapados o porque llevan el mismo
uniforme, porque tienen placas al cuello con un numero identificativo aquí
tienes la respuesta. Se trata de una despersonalización en masa que crea personas
que no saben quienes son ni que hacen en realidad. Solo son una persona que es
igual a las demás que le rodea que coge un arma y con toda libertad asesina sin
piedad a cualquiera que sea el objetivo porque en el fondo saben que cualquiera
de las personas que son y visten como el lo ha podido hacer y en el remoto caso
de que se le juzgue él solo cumplía ordenes de sus superiores (en los cuales
recae la responsabilidad).
Esta reflexión solo es un 1% de lo que podría explicar
sobre despersonalización y obediencia a la autoridad pero creo que con una
breve y sencilla explicación del proceso se entiende mejor y os podéis hacer
una idea de a lo que me estoy refiriendo en esta entrada. En efecto, no solo
podemos crear asesinos fríos que maten por matar...si no que lo hacemos.
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